La ciencia ciudadana se configura como una tendencia inevitable en el contexto de una sociedad que reclama mayores niveles de participación en un creciente número de ámbitos. Dicha tendencia es facilitada a su vez por el incremento en la “digitalización” de las interacciones sociales y en general una mayor presencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs). Sin embargo, la dinamización de los flujos de información digitalizados no está exenta de riesgos. Por un lado, debido a la propia digitalización e interconexión de los dispositivos, que incrementa la fragilidad de la información; por otro lado, por la ampliación del número de sujetos implicados, que obliga a ceder parte del control y la responsabilidad a un amplio número de personas.
En este documento analizamos varias experiencias de ciencia ciudadana y hacemos una prospección de aquello que debemos tener en cuenta si queremos trabajar con datos y tecnología desarrollando proyectos científicos participativos y con datos abiertos. Para lograr buenas prácticas en términos de protección de datos en el campo de la ciencia ciudadana, se pueden tomar tanto medidas organizacionales (incluyendo políticas de privacidad) como medidas técnicas. Mediante la propuesta de advertencias y recomendaciones, y la adopción de normas de utilización, se delega en el voluntario la responsabilidad de hacer un uso sensato de las herramientas y, dado el caso, de su información personal. La utilización de recursos técnicos para mejorar la privacidad complementa el refuerzo de la privacidad evitando la posibilidad de que tanto gestores como usuarios de las herramientas tengan la posibilidad de tomar decisiones de riesgo.
Es un error creer que transparencia y participación están reñidas con privacidad y protección de datos. Simplemente son dos cuestiones que han de armonizarse de tal forma que sean compatibles.
La potencial diversidad de los proyectos, tanto en términos de objetivos como de necesidades y medios, implica grandes diferencias en términos de protección de datos personales. Es por ello que cada ámbito es único y por tanto, resulta imposible establecer una “fórmula mágica” para garantizar las buenas prácticas en protección de datos.
La eliminación de datos se configura como otra de las cuestiones en las que se hace más necesario intervenir para mejorar la protección de datos personales. Se trata de uno de los aspectos más conflictivos, ya que en investigación, la renuncia a la conservación de datos puede resultar un tanto paradójica. Sin embargo, es fundamental establecer una fecha de caducidad justificada.
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